El emprendimiento está de moda. Con poco que te fijes podrás verlo en cualquier esquina de la ciudad, en los telediarios, blogs, redes sociales o programas de radio. Vivimos en el mundo del “todo es posible” como ha definido el autor Byung-Chul Han en su best-seller “La sociedad del cansancio”.
La máxima del si quieres, puedes lo está inundando todo. Pero, ¿realmente es así? ¿Podemos llevar a cabo con éxito cualquier cosa que nos planteemos? Hoy en este artículo del blog de Llum Coworking, vamos a analizar algunos mitos y realidades sobre este apasionante mundo.
Los garajes son para aparcar coches
Seguro que alrededor tuyo tienes algún cuñado o alguna de esas amigas que lo saben todo y que te habrán soltado muchas veces eso de: yo porque no puedo, que si fuera como tú, me haría un Facebook de esos y a vivir.
Desde hace algunos años se está vendiendo la moto de que lanzarse a crear tu propio proyecto, y más si es en el ámbito digital, es la gallina de los huevos de oro. Haces una web en tu garaje, te preparas unas tarjetas chulas, te vistes con jerséis negros de cuello alto y te pones a esperar a que el dinero llueva del cielo.
Pues bien, siento decirte que los garajes son para aparcar coches y que detrás de cualquier proyecto hay mucho, mucho trabajo y una buena dosis de suerte. De modo que, si has llegado a este blog con la esperanza de que en un par de meses podrás estar disfrutando de tu hamaca en Bali, te recomendamos que busques una piscina hinchable en tu comercio de confianza.
De la idea a la realidad
Todo el mundo tiene ideas brillantes. Cuando decimos todo el mundo, queremos decir eso, cualquier persona. No tienes más que escuchar a un grupo de amigos viendo las noticias o un partido de fútbol para darte cuenta de que soluciones y propuestas hay tantas como habitantes del planeta. Pero una cosa es el concepto y otro muy distinto es llevarlo a cabo.
No hay un solo negocio que no requiera capacidades de superhéroe para sacarlo adelante. Sea lo que sea lo que tengas en mente, deberás atender cuestiones como las finanzas, los recursos, la gestión de clientes, los aspectos legales, el diseño de marca u otras concretas del proyecto como pudieran ser los envíos, la relación con los proveedores, el alquiler de local y una larga lista de tareas.
Nunca dejes de aprender
Sabes cuando vas por el buen camino empresarial cuando te das cuenta de que no tienes ni idea de lo que estás haciendo. El proceso de ejecución de una idea, cuando se toma en serio, tiene que alcanzar una zona valle en la que necesitemos especializarnos. Si no estás ahí y crees saberlo todo, mal asunto.
Todo proceso de emprendimiento conlleva un continuo y dedicado ejercicio de formación. Y esto no solo incluye amasar títulos académicos, sino conocer a tus clientes, a la competencia, a tu producto o servicio, así como todos los condicionantes y novedades que genera el día a día. Si algo hemos aprendido en Llum Coworking es que hemos de ser como esponjas y alimentarnos de todas las experiencias y opiniones que podamos. Si te paras, estás muerto.
Prepárate para fallar
Los seres humanos funcionamos con el sistema de fallo y error desde que nacemos. Una niña no aprende a comer bien hasta que se ha manchado mil veces, del mismo modo que no aprende a montar en bicicleta hasta que ha probado el suelo.
La idea de lanzarse a construir un proyecto y triunfar a la primera de cambio, es tan improbable como que te toque la lotería con un solo boleto. Hemos de estar preparados para fallar, corregir y volver a fallar hasta que encontremos el camino.
De nada vale el orgullo aquí. La materia prima de un emprendedor, entre otras cosas, está compuesta por buenas dosis de humildad. De modo que asume antes de pensar en el éxito, que es probable que fracases muchas veces. Solo así podrás ir mejorando día tras día.
No te fíes de los charlatanes
Y por último, llega el turno de la confianza. Todo emprendedor que se precie debe tener piel de dinosaurio porque solo así podrá sobrevivir a las presiones que esto conlleva. De modo que no te vengas abajo si tu evolución es lenta o si incluso retrocede.
Encontrarás en el viaje a mucha gente que te venda su conocimiento en el sector y quiera convencerte de que esto es coser y cantar.
No te engañes, como dice la expresión, ningún mar en calma hizo experto a un marinero, y quieras o no, tendrás que enfrentarte a muchas dificultades, porque esa es la única ruta que existe.
Si estás pensando en un mundo de gafas de pasta, videoconferencias con Nueva York y estudios en áticos, asume que primero vivirás en uno de insomnio, cuentas al límite, clientes pesados y muchas horas de curro. Si tienes claro lo segundo, ya sabes, en Llum Coworking tienes una casa con mesas comodísimas para recuperar el sueño.